Lo de Oltra

Comienzo mi post así, parafraseando a Jordi Évole con los títulos de su programa de televisión (que me encantan) para referirme a la absolución que le ha llegado hoy a Mónica Oltra, lideresa del partido Compromís y exVicepresidenta de la Generalitat Valenciana durante la anterior legislatura.

¿Qué por qué quiero escribir mi opinión sobre esto? Por varias razones, primero porque creo que es de justicia resaltar los “después de”, y segundo porque hay que hablar de las cosas de la política de forma clara, lejos del titular fácil o el trazo grueso tan habitual en los periódicos (atrincherados más que nunca) y las tertulias de barra de bar.

Y sí, antes de que me critiquéis, también lo haría con otro político de otra condición, de cualquier partido, que hubiese tenido que dimitir por estar imputado (claro, aquí el universo de individuos/as que dimiten ya se reduce sensiblemente en nuestra clase política) y luego son absueltos, o sea, son inocentes de aquello por lo que se les imputó.

Y es que en el caso de Mónica Oltra la cosa tiene bemoles (nunca he entendido esta expresión cuando los bemoles matizan de forma inequívoca las obras musicales, pero en fin…). Oltra fue imputada por encubrir presuntamente los abusos a una menor que cometió su exmarido, ya en prisión por tal delito juzgado y sentenciado. Dimitió porque tuvo que acatar su propio código ético, ese que pocos partidos parecen asumir cuando las garras de la corrupción les alcanzan, y que en el caso de Oltra es algo por lo que se la criticó hasta la extenuación. Pues bien, debido a la presión mediática de su gobierno de coalición con el PSOE, debido a la presión interna de su propio partido, y favorecido por la personificación como acusación particular de la extrema derecha en la causa, Mónica Oltra dimitió de sus cargos y abandonó la política.

Han sido dos años en los que, como todos sabemos, ha habido unas elecciones, que llevaron a su partido, el de Oltra, a la oposición y al infame acusador, la extrema derecha, al gobierno, y digo infame porque tras dos años de proceso se ha concluido que no había ni un solo indicio que apuntase a que Oltra tenía alguna culpabilidad en el caso de su exmarido. Por no haber, no habrá ni juicio. Un acta de 96 folios, miles de correos electrónicos leídos, decenas de interrogatorios para llegar a concluir que no había el más mínimo indicio. Nada.

Este es un ejemplo de como la combinación de una justicia excesivamente lenta (que es sinónimo de injusta) y unos medios (de comunicación) escorados y arrojadizos, provocan una debacle personal y profesional de difícil recuperación. Si a todo esto le sumamos la mediatización de la violencia de género, utilizada también en este caso para exacerbar y embarullar el caso no caso, y la presencia de una menor en todo el sumario, tenemos un cóctel de consecuencias devastadoras.

Pero, y ahora ¿qué? ¿Qué pasa ahora? ¿Cuántos de los medios arrojadizos y políticos a golpe de tweet que escribieron y dijeron exabruptos, críticas, condenas, durante horas y horas interminables contra Oltra, van a dedicarle unos minutos siquiera a INFORMAR, ahora con mayúsculas, de la verdad? ¿Cuántos tendrían los bemoles, y ahora sí que voy a volver a utilizar la expresión, de dedicar titulares, editoriales, programas enteros en tertulias hiperbólicas con voces elevadísimas y trazos lo más gruesos posible a decir lo que ha sido su absolución? Venga, hagamos una apuesta. Yo digo que no se queda ni en la diezmilésima parte de lo que fue el proceso de acoso y derribo de la extrema derecha contra una persona por el simple hecho de militar en un partido de izquierda, en el gobierno y que llegó para combatir la corrupción, esa sí, de décadas de gobierno del PP en la Comunitat Valenciana que nos dejó una deuda histórica que tendremos que seguir pagando durante años, para los que no se acuerden, casos del Pitufeo (lo de hacer ingresos de 500 euros y luego devolveros en billetes), EMARSA, Terra Mítica, Financiación irregular de varias campañas, caso Gürtel, Rafael Blasco y el desvío de fondos de ONGs a usos particulares, irregularidades en la visita del Papa…y un largo etcétera.

Pues eso, que en este post he querido hablar de que a Mónica Oltra la han absuelto. Es inocente.

Por cierto, que saco tres conclusiones fundamentales:

  1. La justicia es muy lenta
  2. La clase política tiene que hacer autocrítica y decidir cómo tratar con los casos que puedan apuntar a corrupción.
  3. La prensa (cierta) necesita también hacer autocrítica.

Y ahora, en un ejercicio catártico de neutralidad opinativa, quitad Oltra allá donde lo haya puesto y poned el apellido del político (que se haya visto en las mismas) que queráis porque vale para todos.

Para mí el fin de este desventurado periplo sería que Mónica se volviese a presentar en las próximas elecciones. Eso sí que sería tener normalidad democrática.

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